Un paso más

ID-10044691-300x300Cuando empezamos el camino del crecimiento personal, muchos sufrimos lo que se denomina cursitis aguda.

Buscamos todos los cursos habidos y por haber que nos puedan ayudar a entendernos, a entender a los demás, en definitiva a entender el mundo.

Esta época posiblemente sea necesaria para empezar a despertar pero, como todo, no se puede eternizar. Es normal que queramos aprender muchas cosas ya que la oferta es infinita, pero lo más importante en este proceso es tener el tiempo para asimilar esa información y dar un paso más.

¿Y cómo lo hago?

Si sois de los que han hecho mil cursos, coger toda esa información un momento y pensar de todo eso, ¿qué habéis puesto en práctica?

Eso es lo más importante y lo que os guiará hacia qué dirección dirigiros.

La mayor satisfacción personal y el mayor despertar es ver reflejado, en una de tus acciones cotidianas, eso que algún día alguien te comentó en un curso, taller o charla y seguramente tu saboteador dijo: ¡eso es muy difícil!

Todos somos grandes maestros y los que están impartiendo sus charlas, talleres o cursos, no son gurús ni personas especiales (como a muchos les gusta etiquetar), simplemente tienen más momentos acumulados de poner en práctica lo que también escucharon en su camino de crecimiento y  aprendizaje.

Hacer cursos, asistir a charlas, aprovechar la gran suerte que tenemos de tener tanta información a nuestra disposición; pero a la vez practicar de verdad aquello que os resuene, que penséis que es difícil, que os gustaría hacer para expresar lo que sois en realidad.

La cursitis aguda tiene cura y no es una pastilla, es el estar atento a vuestras acciones para poner en práctica toda la sabiduría, que aunque no recordéis, ya se encuentra en vuestro interior y alrededor nuestro cada día.

Espero disfrutéis del siguiente cuento sufí.

Un abrazo y muchas gracias por leernos.

Olga Perona

www.amth.es

https://olgaperona.wordpress.com/

Cuentan que cierto hombre decidió que tenía que buscar al maestro perfecto. Leyó muchos libros, visitó sabio tras sabio, escuchó, conversó y observó sus prácticas espirituales, pero siempre acababa dudando o sin estar seguro.

 Transcurieron viente años hasta que encontró a un hombre del que cada palabra y cada acción correspondía a su idea del hombre totalmente realizado.

El viajero no perdió el tiempo.

– Tú – le dijo – me pareces el maestro perfecto.
   Si lo eres, mi búsqueda ha terminado.
– Así es, se me describe con este nombre – replicó el maestro.
– Entonces, te ruego que me aceptes como discípulo tuyo.
– No puedo hacer eso – contestó el maestro – porque mientras desees el maestro perfecto, él, a su vez, requiere sólo aquel que es el discípulo perfecto.

Maestro: no hace falta buscar al maestro perfecto, nuestros maestros se encuentran por todos los lados. La gran sabiduría consiste en ser capaz de escuchar las enseñanzas de cada día y en saber vivir el aquí y ahora.

Fuente Contarcuentos.com: Cuentos Sufis, la filosofía de lo simple

 

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